El 12 de agosto de 2003 cambió la vida de una familia. Un padre, una madre y sus tres hijos, dos de ellos menores, iban en coche por las calles de Vilanova i la Geltrú (Barcelona) cuando sufrieron el brutal impacto de otro vehículo que triplicaba la velocidad permitida al realizar una carrera ilegal contra otro hombre. Dos décadas después, las víctimas, que todavía padecen las secuelas de las lesiones múltiples que les ocasionaron los dos conductores temerarios, han visto como el caso queda impune en la vía penal debido a un retraso judicial.
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