Es mucho más fácil crear un bulo y difundirlo que desmentir esa mentira y frenar su propagación. Cualquiera que haya tenido que enfrentarse a algún rumor malicioso sabrá que, lamentablemente, esto es así. Ayer leí en NAIZ (con estupor y tristeza, tengo que admitir) un artículo con tal cantidad de datos falsos, ideas mal ligadas y falacias que la cantidad de tiempo, espacio y energía necesaria para refutarlo punto por punto excedería el tamaño de este periódico. El artículo en cuestión se llama "Me rebelo a que me tapen la boca".
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