Rusia aseguró esta pasada semana que está cerca del objetivo. Afirma que la red de satélites de su sistema de navegación Glossnat –similar al GPS estadounidense o al Galileo europeo- puede captar diversos cambios atmosféricos que preceden a los terremotos. Y eso a pesar de no estar diseñado para ello. En concreto, los rusos señalan que el movimiento de la corteza terrestre provoca efectos en la ionósfera y un aumento de la radiación infrarroja. Indican incluso que antes del devastador temblor en Japón se recogieron datos que lo anticipaban.
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