Hasta ahora, se pensaba que los dos agujeros en la parte superior del cráneo del Tyrannosaurus rex, llamados fenestra dorsotemporal, estaban repletos de músculos que ayudaban a operar la poderosa mandíbula. Sin embargo, una nueva investigación parece haber resuelto el enigma: los orificios ayudaban a regular las temperaturas dentro de su cabeza. Al parecer, hay fosas o fenestras similares que se pueden encontrar en los cráneos de una clase de animales conocidos como diapsidos, agrupados así debido a esta característica.
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