Un ejemplo del recalentamiento inflacionista que llega de Estados Unidos es el de la venta de coches usados. Los precios han subido un 21% en un año porque la demanda (gente que no quiere usar el transporte público por miedo al virus) es muy superior a la oferta, lastrada por la escasez mundial de semiconductores. El coste de las materias primas también ha aumentado en todo el mundo —el índice Bloomberg que las mide está en máximos de los últimos cinco años— lo que a la larga se traduce en reducción de márgenes para la cadena alimentaria
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