La negativa de las fuerzas "anti-Assad" a la tregua humanitaria de la ONU en Alepo demuestra una vez más que el conflicto no cesará hasta que lo deseen las fuerzas que lo impulsan desde el extranjero, dice el vicario apostólico de Alepo. “Antes de las revueltas, los 900 km de la frontera turca estaban vigilados, y si por casualidad un pastor cruzaba la frontera le disparaban y lo mataban. Ahora miles de milicianos entran en Siria con armas pesadas, mientras que los refugiados sirios que tratan de huir de la violencia yihadista son rechazados.
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