Es justamente la incondicionalidad de esta propuesta la que nos permite no tener que ir pidiendo limosna ni permiso a los demás para vivir y ponernos así en pie de igualdad para con los demás. Nos permite, en otras palabras, poder sostener la mirada y carearnos con quien, por disponer de más recursos y poder de influencia, pretenda imponernos su criterio y sus intereses de modo arbitrario. La RB se vuelve así una propuesta con un nada desdeñable potencial liberador.
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