Probablemente esta sea la relación mal avenida más antigua de la historia. Y no ha mejorado nunca. La razón fundamental es esta: la religión nos ofrece una versión única e inamovible sobre todas las cosas. En cambio, la ciencia se cuestiona a sí misma (y con ello a todo lo demás) con cada nuevo descubrimiento. Así no hay manera. «Dios creó al hombre a su imagen y semejanza», dijo la religión. Y llega Darwin y nos cuenta que descendemos del mono. Da igual quién tenga razón, la cuestión es que no van a entenderse.
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