"Le dejé el coño blanco”, asegura José Olmos*, un jubilado andaluz que viaja a la ciudad marroquí cada dos meses para fundirse la pensión, tener sexo con adolescentes y fumar costo durante todo el día. Lo cuenta con orgullo, pero sin olvidar a sus propias hijas. No le gustaría que les ocurriera lo mismo. Palabra de padre.
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