En Francia el bloqueo de las refinerías, que comenzó el pasado viernes, continúa pese a las advertencias del Gobierno de que las abrirán aunque sea por la fuerza. El primer ministro, François Fillon, advirtió anoche de que no aceptaría la parálisis del país con movimientos sindicales. En la refinería de Grandpuits, a las afueras de París, tres trabajadores fueron obligados a ir a sus puestos bajo pena de cárcel, según los sindicatos, que bloquearon los accesos a la central y acusaron al Gobierno de querer impedir el derecho de huelga.
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