La anhelada alianza de la izquierda no ha comenzado bien. No sería conveniente alargar el drama, pero tampoco dejarlo con este desenlace amargo. Una vez alcanzado un precario acuerdo formal de mínimos, en la segunda fase que ahora se abre ante el 23J, la posible desmovilización de mucha gente decepcionada con el inédito veto a Irene Montero amenaza nuevamente con que se produzca la llegada de la extrema derecha al poder. Montero, con todos sus errores, que no han sido pocos, ha resistido en primera línea la brutal resaca reaccionaria.
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