Pintar los troncos de los árboles de blanco tiene otro motivo más allá que luchar contra los insectos. Y la razón es protegerles de los cambios bruscos de temperatura. El color claro evita que el tronco se sobrecaliente y le salgan grietas por las cuales entren parásitos. Esta táctica se da en zonas donde la diferencia de temperaturas entre el día y la noche son muy marcadas.
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