Sus dones de mago, iluminado y curandero llegaron a oídos de la zarina Alejandra que, desesperada una noche ante la hemorragia incesante de su pequeño hijo, el zarevich Alexis, que padecía hemofilia, le mandó llamar a palacio… En efecto, el niño se curó. Se cree que el remedio fue una especie de hipnosis a la que fue sometido. No obstante, se curó, y desde aquel día, la zarina jamás pudo apartarse del siniestro curandero, que se convirtió en su confesor y su mayor confidente.
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