Los detalles, que se suceden cada hora, empiezan a ser lo de menos. Lo importante es que el enfrentamiento es abierto y sin cuartel. Y nada indica que los independentistas estén dispuestos a ceder, caiga lo que caiga sobre ellos. Más allá de cualquier postura ideológica, aunque sin olvidarlas, la obligación de un político es tratar de resolver los problemas. Y mientras no se declare una guerra, la única manera de hacerlo es negociando, haciéndole frente. Rajoy cargará con la culpa de no haberlo hecho.
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