La ola de indignación que arrasa el país en la actualidad tiene nombre y apellidos: corrupción política. Es el tema de conversación en bares y no faltan motivos. Los casos de el Bigotes, Camps, Julián Muñoz o Urdangarín ya suenan a trapicheos de baja escala en el pasado. Las tarjetas black, el caso Bárcenas, los EREs de Andalucía y los negocios de los Pujol dejan a los primeros en una categoría inferior.
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