Cuando Guastavino puso rumbo a Nueva York, es difícil que pudiera imaginarse el éxito que allí le esperaba. En Estados Unidos, llegaría a colaborar con algunos de los más conocidos arquitectos de la época en la construcción de no menos de 1.000 edificios, desde capitolios, pasando por bibliotecas, catedrales o estaciones de metro. Todos ellos incorporarían alguna de sus bóvedas o cúpulas tabicadas. Una técnica popular en Cataluña, pero totalmente desconocida en Estados Unidos hasta su llegada.
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