Ya es costumbre ver a Rafael Nadal elevar la calidad e intensidad de su juego superada la primera semana de competición en un Grand Slam, pero en este Roland Garros, después de tantas dudas, traducidas en muchas más horas de las previstas sobre el escenario, su salto evolutivo entre los octavos y los cuartos de final resulta notable. La noche y el día
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