Hay quien exhala su último suspiro intentando dejar un pensamiento solemne y cursi para la posteridad (“He arado en el mar”, de Simón Bolívar) y hay quien prefiere tomarse la muerte a cachondeo, como el pintor español Miguel Collantes que mandó inscribir en su lápida esta genial frase: “Yo ya perdí peso. Pregúnteme cómo”.
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