El olor corporal puede influir en la agresividad en los seres humanos, pero no todos somos víctimas iguales de su hedor: en los hombres, bloquea la agresión, mientras que en las mujeres la desencadena, según un nuevo estudio.
La razón de este desajuste maloliente es ecológica, sugieren los autores del estudio, publicado hoy en la revista Science Advances. Para asegurar la supervivencia de los bebés, se provoca la agresión materna protectora, mientras que se frena la agresión masculina potencialmente amenazante, plantean en su hipótesis.
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