Después de viajar a Siria este invierno y escribir sobre lo que allí encontré, he recibido insultos y amenazas de todos lados. Algunos me acusan de “imperialista a sueldo de EEUU”. Otros de ser “un lacayo de Al-Assad y del régimen iraní”. Y para cerrar el círculo imposible, también he ganado un tercer grupo de críticos que me tilda de “cobarde equidistante entre ambos bandos”. Me entristece mucho la simplicidad con la que se analiza el conflicto en Siria. Por eso he decidido escribir esta entrada que dividiré en 2 partes.
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