El pasado lunes un usuario se dejó olvidada su billetera en el asiento trasero de mi taxi. Nada más reparar en ella busqué en su interior algún documento que pudiera remitirme a su domicilio para hacérsela llegar, o en su defecto, entregarla en la oficina de objetos perdidos. Soy consciente de la putada que supone perder una cartera (no tanto por el dinero que pudiera contener, sino por el trastorno de quedarte indocumentado)...
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