No es un dogma irrefutable, pero si algo he podido ir constatando durante mi carrera como fotógrafo es la creencia instalada entre los más noveles de que, cuanto más famoso y/o importante es el sujeto fotografiado, mejores son las fotos. Un fugaz vistazo en foros o blogs deja ver que ya puede uno dejarse los ojos publicando impresionantes fotografías de naturaleza o asombrosas postales al atardecer, que si de verdad quiere tener éxito entre los lectores, sólo tiene que colgar una imagen del cantante de moda.
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