Si estás a punto de escribirnos para quejarte por los errores del titular espera, no lo hagas. En este caso son adrede y nos sirven de excusa para contarte por qué es más fácil reconocer los errores ajenos que los propios. Aunque escribir nos resulte algo cotidiano, el poner ideas en palabras es para el cerebro una tarea compleja y sofisticada. Nuestro cerebro se concentra en la estructura, las oraciones y las frases y deja que el piloto automático se encargue de los detalles. Lo mismo se aplica en el caso de la lectura.
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