La historia se remonta a los arrieros maragatos. Los maragatos eran comerciantes nómadas que utilizaban este paso para unir Galicia con Castilla y Extremadura, ganándose la vida en los intercambios. Adquirían casi de balde el pulpo seco que los gallegos despreciaban y en su deambular lo rehidrataban y mezclaban con el aceite de oliva y el pimentón extremeños con los que comerciaban.
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