El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, es un heredero directo de la Convergència dominante en Cataluña durante décadas. Pero cuando escribía sus columnas dominicales en El Punt, entre 1994 y 1999, prefería retratarse como un verso libre, independentista de pata negra, analista sin reparos a la hora de repartir palos. ERC era su víctima preferida, pero también cargaba contra el pactismo de Jordi Pujol, contra el simbolismo y contra la indecisión del nacionalismo. Muchas de sus columnas podrían publicarse este domingo...
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