En el mundo en que vivimos, el mercado lo domina todo y una mujer, dado que existe oferta de relación sexual y demanda, puede convertirse en una mercancía. El comercio del sexo es una de las mayores fuentes de beneficios, por detrás del tráfico de armas y de droga. El comercio sexual reposa sobre un sistema organizado por redes mafiosas y está favorecido por nuestros Estados proxenetas.
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