Una de las peores consecuencias del agilismo de todo a cien –ese que cree que todo consiste en comprar Post-It y poner “Scrum Master” en las tarjetas de los Jefes de Proyecto - ha sido extender la creencia de que la fecha de entrega ha dejado de tener sentido. Como si el desarrollo iterativo e incremental acabara con cualquier obligación de entregar un producto terminado en el plazo acordado.
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