En la década de 1860, los automóviles eran básicamente juguetes gigantes. La gente los construía en sus garajes por puro placer. Más en serio, también se jugaba con nuevos tipos de motores y se exploraban los límites del campo de la termodinámica, el mismo que estaba transformando Gran Bretaña y marcando el comienzo de la Revolución Industrial. Así que cuando alguien en el castillo sugirió dar una vuelta con este cacharro casero de vapor, una científica como Mary aprovechó la oportunidad.
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