Nada de lo que se pensó que surgiría de las protestas que dieron al traste con regímenes despóticos en los países árabes parece conducir a la democracia. Los levantamientos libertarios en las calles de Túnez, Egipto y Libia, iniciados hace un año por jóvenes, mujeres, profesionales, sindicalistas y defensores de derechos humanos, corren el riesgo inminente de su secuestro por parte de movimientos religiosos islamistas, que nada tuvieron que ver con las protestas, y de viejos protagonistas de los regímenes depuestos.
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