De todas las posiciones políticas del Partido Popular, su extraordinaria alergia a la descentralización política es la más incomprensible de todas. Un partido conservador que quiera contener el gasto público, reducir el peso del estado en la economía y limitar el acceso al estado del bienestar debería abrazar la descentralización política, no lo contrario. Y en el caso español, lo debería hacer con entusiasmo.
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