La imagen de una joven llorando a moco tendido lo decía todo: "Los musulmanes no somos asesinos", insistía ante las cámaras de una cadena de televisión. Estaba en una de las manifestaciones convocadas por la comunidad islámica en distintos puntos de Cataluña en las que, para abundar en lo que decía la joven, también había familiares y allegados de los terroristas detenidos o abatidos por las fuerzas de seguridad. Incrédulos, avergonzados, tristes. Tanto o más que la educadora de Ripoll que vio crecer a algunos de los terroristas y decía estar "
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