Me zambullí en la última novela de Larsson y, pasadas las soporíferas 300 primeras páginas, volví a sentir el vértigo y el agradecimiento al escritor y periodista sueco por atraparme en una historia tan, tan buena. Por su culpa llevo toda la semana siguiendo la actualidad con una actitud imperdonable en una periodista. Lo confieso: llevo una semana siendo optimista. Artículo de Montserrat Domínguez.
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