“La palabra de la mujer no vale nada” y “basta con la denuncia de la mujer para condenar a un hombre” son dos argumentos que suele traerse a colación en diversos debates sobre violencia sexual y el valor incriminatorio que tiene la versión de la mujer para procesar estos delitos. El problema lo podemos encontrar cuando los extremos radicales del feminismo y del movimiento por los derechos de los hombres (MDH) realizan exigencias que son completamente imprácticas en el plano aplicado.
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