¿Puede un gato sufrir de depresión? ¿O un caballo morderse a sí mismo porque se siente solo? ¿O un pez desmayarse de miedo? La respuesta, en cada caso, es afirmativa. Muchas de las enfermedades que aquejan a los animales, tanto físicas como mentales, son las mismas que afectan a los seres humanos y responden, en muchos casos, a las mismas causas, según dos investigadoras en Estados Unidos.
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