mientras es un gesto de aprobación en algunas culturas, sus raíces nos demuestran todo lo contrario; En la antigua Roma, cuando un gladiador vencía a otro, dirigía su mirada al palco. Si el César extendía su brazo y mostraba su pulgar hacia abajo y ligeramente hacia adelante, el vencedor debía dejar caer sus armas y perdonar al vencido. Por el contrario, si el César colocaba su pulgar hacia arriba y ligeramente apuntado hacia el pecho o la garganta, el vencedor debía rematar al vencido
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