Por querer destruir la relación entre padre e hijo y, entre otras cosas, por llegar a provocar llantos en el menor para que no fuese con su progenitor, una coruñesa ocupará la próxima semana el banquillo de los acusados y, si no logra convencer al juez de su inocencia, podrá ser condenada a dos años de prisión como autora de un delito contra los derechos y deberes familiares.
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