A mis 33 años, siento que yo mismo estoy obsoleto. Conozco a muy pocas personas de mi generación que no se hayan reciclado ya varias veces, en muchos casos, haciendo borrón y cuenta nueva en entornos que les eran completamente ajenos, no puedo dejar de tener la sensación de que nuestro conocimiento y experiencia es agua pasada. Ocurre en el mundo periodístico, pero también en tantos otros: en cuanto dejas de ser el futuro, la novedad, el aire fresco de la empresa, pasas a ser el pasado, ese chiste ya ya oído mil veces que debe ser sustituido...
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