Las primeras maniobras en caliente del Gobierno Rajoy para el 1 de octubre se han saldado con una retirada, que no se ha convertido en desbandada por el rápido reconocimiento de su máximo responsable del alcance de la situación. Que Rajoy haya tenido que reconocer que la manifestación de Barcelona de repulsa a los atentados ha salido bien, después de la pitada colosal con la que fueron recibidos tanto él como el rey Felipe VI, ha debido escocer mucho.
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