A los periodistas les gusta pensar en su trabajo en términos morales o incluso sagrados. Con cada nuevo despido o periódico cerrado, se dicen a si mismos que ningún modelo de negocio podrá adecuarse para compensar el sagrado trabajo de enriquecer la sociedad democrática, decirle la verdad al poder y confortar a los afligidos.En realidad, los periodistas merecen cobrar poco. Los salarios van en compensación a la creación de valor. Y los periodistas simplemente no están creando mucho valor hoy en día.
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