Los lectores hemos asistido, alucinados, a un espectáculo que va desde el periodismo de dossiers precocinados por las cloacas del estado , con La Razón, el ABC o El Confidencial como principales conductores hasta la distorsión del rumor interno usada como fuente fidedigna tomando como costumbre no contrastar las cosas más elementales, algo en lo que El Mundo ha sido un especialista. Y no hablemos de la indignidad absoluta, ejemplificada en David Alandete, subdirector de El País, justificando ante su propia Defensora del Lector (...)
|
etiquetas: periodismo , docilidad , indignación