"La solidaridad europea no existe… es puro cuento [...] Envié una carta y tenía grandes expectativas, no se cumplieron. Así que he pedido ayuda a mi amigo, hermano, Xi Jinping. Para la UE no somos lo suficientemente buenos". Con estas palabras, Alexandar Vucic, el presidente de Serbia, anunciaba el 15 de marzo de 2020 su alianza estratégica con el gigante asiático. Era un movimiento desesperado.
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