De todas las medidas para fomentar la austeridad esta es probablemente la peor idea con diferencia. Para empezar, es un recorte que no es posible expresar en porcentajes de lo minúsculo que es. A los expolíticos les damos una pensión no porque creamos que son mejores que nosotros, sino por lo exactamente opuesto: creemos que son chusma de la que no podemos fiarnos. Lo que queremos es evitar que el sistema esté lleno de gente que se pasa los últimos dos años de legislatura pensando quién les va a dar trabajo después de las elecciones.
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