Que todo fue por un pensamiento tonto que se cruzó en la cabeza el otro día, cuando el presidente de Italia, Giorgio Napolitano, estaba abroncando y aleccionando a los diputados italianos, malhumorado tras dos meses de caos institucional por la incapacidad de los políticos de ese país de llegar a un mínimo acuerdo de gobernabilidad.
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