Quizá porque, un buen día, la prensa decidió conceder “inviolabilidad” a la Corona y callar sobre las desventuras borbónicas haya quienes todavía se sorprendan de que en Zarzuela también haya trifulcas por los cariños, las herencias y el mando a distancia. El sepulcral silencio que durante años se extendió alrededor de la monarquía ha provocado un efecto secundario nada beneficioso para la Institución, por el que las noticias negativas sobre sus miembros se magnifican hasta el extremo.
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