Son sencillas, pesadas, algunas de ellas oxidadas, pero no son simples pedazos de metal. Cada año, en el día de la Nakba, los palestinos salen a las calles empuñando una de las reliquias más preciadas que guardan muchas familias y que han logrado conservar de generación en generación: las llaves de las casas de las que fueron expulsados hace 75 años y a las que nunca pudieron regresar. Más de 750.000 palestinos huyeron o fueron expulsados de sus hogares después de que Israel proclamara su independencia.
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