Washington esgrime el riesgo de que la bomba atómica pakistaní pueda caer en manos de «terroristas islámicos» u otros «talibanes» para justificar su participación militar en Afganistán y Pakistán. Sin embargo, según el estudio de Nicolas Ténèze que presentamos, dicha amenaza es imaginaria: la bomba pakistaní se ha desarrollado con asistencia técnica de China y Estados Unidos. Más allá de las peripecias políticas, en la actualidad, Washington sigue conservando el control.
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