En abril de 2002 Hugo Chávez era un hombre profundamente abatido, dispuesto al suicidio, convencido de que el golpe cívico castrense contra su presidencia había triunfado. "¡No te inmoles!", le pidió Fidel Castro, telefónicamente, la madrugada del día 12. Alarmado por el derrumbe emocional de su amigo y aliado, el líder cubano pidió ayuda al presidente José María Aznar (1996-2004) para salvar su vida y concederle asilo en España.
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