No hay ni rastro de algún videojuego en el interior de la casa de los Koduri, y ningún niño dispone de un smartphone propio todavía. Saurav y Roshni pueden jugar con los teléfonos de sus padres, pero sólo durante 10 minutos a la semana. Sin embargo, no existen límites para utilizar la biblioteca familiar, repleta de juegos de mesa. Hace un tiempo, la familia compró un iPad 2, pero durante los últimos cinco años ha permanecido en la estantería más alta de un armario de ropa de cama.
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