Esta situación y la pensión a la familia se mantuvo, según declaró esta mujer, con tres obispos sucesivos en los años sesenta: Emilio Benavent, Ángel Suquía y Ramón Buxarrais. En esos años el cura abusó de sus tres hijas, según acusaron en la revista ellas mismas. Finalmente, en 1968, el sacerdote fue enviado a Venezuela por primera vez, y fue destinado al menos a Ospino, en el estado de Portuguesa, y luego a El Sombrero, en Guárico. Estuvo allí 16 años.
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