Un joven ejemplar de oso negro abrió la puerta de un establecimiento de comida rápida de la ciudad de Kitimatt, al oeste de Canadá, como cualquier otro cliente. Después de olfatear los ingredientes de los bocadillos, se marchó sin comer nada, dejando boquiabierta a la empleada. No obstante la aventura terminó mal para él: lo mató la policía, que temía un posible regreso.
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